llenándolas de ilusiones y fantasías,
haciendo revivir sentimientos
que ya se habían muerto.
Cuantas alegrías traes en tu palabra,
y que corta es tu estancía
a veces en nuestros corazones.
Otras veces duras hasta el final,
hasta el último día de nuestras vidas.
Cuanto daño hicistes en ellas
pues, más un millar de lágrimas
Lágrimas dulces y tiernas,
que terminaban descansando
en nuestros bellos labios,
haciéndonos sentir tantas veces
como unos pobres desafortunados.
Pero sólo tú tienes ese algo,
esa esencia irresistible,
que hace que volvamos a tí.