por culpar de mis pecados.

Siento ser un mal hijo,
por no quererte lo suficiente,
y por hacerte sufrir
de mis incidentes.
Porque cuando te veo llorar,
mi corazón se rompe,
y por mucho que digas
ya jamás responde,
Tu no tienes culpa,
pero si el perdón que te mereces.
Yo no merezco ninguno
y por eso, ahora
no soy nada,
solo un pobre desdichado
que se condenó por palabras.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar